lunes, 12 de marzo de 2012

Con mi dieta los gordos pasan de ser esclavos de su peso a liberarse de una cárcel de grasa

Un poco. Son muchas críticas, pero yo no les hago apenas caso porque es una guerra de egos. Muchos de los argumentos de los dietistas no están expuestos con buena fe ni son científicos. Mi problema no es hacer la guerra. Soy médico, tengo 70 años y trabajo en nutrición desde hace 42 años. Es mi vida. Dicen que vendo muchos libros y que he acumulado mucho dinero, sin embargo, no tengo tiempo ni para comprarme unos vaqueros. Ayer estaba en Brasil y hoy en Pamplona. Sí, soy rico gracias a los libros, pero en realidad no he visto este dinero. En el mundo de hoy, cuando uno hace algo bien, inmediatamente viene el dinero, es la evaluación inmediata del sistema, pero el dinero no es mi vida. Tengo una pequeña misión más importante que el dinero. Cuando venía hacia aquí, dos personas me han reconocido y me han dicho que han adelgazado con mi dieta. Para mí, eso es una droga.

¿Por qué estamos gordos?

La naturaleza del sobrepeso no es nutricional sino comportamental y social, e incluso civilizacional. Descansa en el malestar instaurado por el modelo económico de las sociedades mercantiles en el que el alimento gratificante proporciona el acondicionamiento. Uno engorda para compensar un sufrimiento o malestar previo y únicamente puede adelgazar si se le propone una solución que no solo no añada más sufrimiento sino que aporte una satisfacción compensatoria, un cambio de muleta.

Entonces huimos del sufrimiento a través de alimentos atractivos...

Ese malestar que he comentado desestabiliza cada vez a más personas vulnerables, generando un sufrimiento o una cosecha insuficiente de gratificaciones que busca y encuentra compensación en el alimento. Para ello el alimento tiene que ser lo más sensorial posible, dulce, graso o salado, y usarse en cantidades suficientes. En estas condiciones el alimento ya no se ingiere por su contenido nutricional, sino por su función hedónica y para activar la estimulación cerebral de dopamina y serotonina deficitaria. El obeso engorda por comer más allá de sus necesidades biológicas y alimentarias, buscando en el alimento una simple recompensa sensorial y cerebral. El gordo engorda porque está buscando un placer, una satisfacción o un desarrollo personal que es momentánea o permanentemente incapaz de encontrar de otro modo.

¿Considera fracasados los métodos que restringen las calorías?

Con ellos, cuando alguien quiere adelgazar, no solo tiene que detener esas búsqueda del placer, sino también invertirla para cambiar el chip hacia la restricción. De ahí el fracaso lógico de métodos basados en la restricción cuantitativa equilibrada. La búsqueda de nuevos medios de adelgazamiento me llevó a alejarme de las propuestas del pasado para idear un método que pudiera transmitir esa nueva esperanza.

¿Una dieta placentera? Resulta difícil de creer...

La dieta es un castigo para estas personas. ¿Cómo hacer que adelgacen? Fabricando una dieta que no produzca castigo sino recompensa, placer. Un método sencillo, comprensible para todos y dividido en cuatro fases: dos para adelgazar y dos para estabilizar. Es un sistema rápido, es la guerra: en la primera fase se pierden dos kilos en cuatro o cinco días. Eso produce una sensación de éxito, mejora la autoestima porque la persona se ve capaz de superar un reto difícil. La segunda fase es menos rápida, un kilo a la semana, y dos meses después viene la tercera fase, la de consolidación, que dura diez días por kilo perdido. La última fase es una dieta para el resto de la vida con cuatro reglas: conservar la base alimentaria, los jueves tomar proteínas, andar al menos 20 minutos al día e ingerir tres cucharadas diarias de salvado de avena.

¿Y dónde está el placer?

Quien sigue la dieta es capaz de hacer una cosa difícil y la recompensa es estar normal y poder hacer cosas normales, no estar en una cárcel de grasa, pero deben verse los resultados rápido porque, de lo contrario, se abandona. Quien sigue la dieta se convierte en un guerrillero. Antes era un esclavo de su peso, pero luego se ve capaz de resistir y liberarse de esa cárcel. Mi ambición es crear un sistema para recuperar la felicidad perdida, y el primer paso, en el caso de las personas obesas y con sobrepeso, es adelgazar: al hacerlo mejoran su actividad laboral, las relaciones sociales... en definitiva, cambian de vida. La civilización ahora fabrica gordos y si rebajamos el sobrepeso van a ver otra vida.

¿Su dieta es para todos y para siempre?

Para toda la vida en el caso de las personas que deben adelgazar más de siete kilos, para el resto, no.

¿Hay algún alimento prohibido en ella?

Se puede comer de todo, pero no aconsejo las patatas fritas, tampoco el alcohol en exceso, ni la fritura. No digo que estén prohibidos, sino que no hay que abusar. Si estoy en un aeropuerto y todo está cerrado, voy a McDonalds y compro patatas fritas, pero si puedo elegir prefiero un pescado. Considero peligrosos los copos de maíz, un alimento vacío, es mejor el cereal natural o el pan.

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