El pan engorda, las lentejas son fuente de hierro y el plátano aporta más calorías que el resto de las frutas. Éstos son sólo tres ejemplos de falsas creencias que condicionan los hábitos alimentarios de muchas personas. Y es que si hay un tema controvertido en el campo de la alimentación ése es el de fijar referencias sobre cuál debe ser la dieta óptima para el ser humano.
Ramón de Cangas, presidente de la Asociación de Dietistas y Nutricionistas del Principado de Asturias, advierte sobre las ideas erróneas en materia de alimentos, que él ha recopilado en su libro «111 mitos y leyendas alimentarias». Así, la creencia general de que el pan engorda es falsa, por no tratarse de un producto con una densidad energética muy elevada, sino que lo que verdaderamente engorda son las salsas y el acompañamiento que se le da.
Algo más sorprendente resulta saber que lo que nos han dicho nuestras madres y abuelas toda la vida acerca de las lentejas tampoco es cierto. Y es que según explica en su libro las lentejas, al igual que las espinacas, no son la mejor fuente de hierro dado que algunos de sus componentes, como el ácido fítico, dificultan su absorción.
La fruta también tiene sus mitos y el nutricionista aclara que el plátano no aporta más calorías que el resto de las frutas, ya que a pesar de que 100 gramos de plátanos engordan algo más que 100 gramos de manzana, un plátano pesa unos 120 gramos y una manzana casi el doble, con lo que el mayor tamaño de la segunda anula el mayor poder calórico del primero.
De Cangas intenta establecer las verdaderas pautas a tener en cuenta para llevar una vida saludable. Frutas, hortaliza, cereales y lácteos son los alimentos básicos que deben componer una dieta. Deben ingerirse diariamente tres raciones de fruta, una de ellas en forma de fruta cítrica. Además considera el verano un buen momento para incrementar el número de piezas debido a su riqueza en antioxidantes y a la mayor variedad de frutos disponible en el mercado.
El presidente de la Asociación de Dietistas del Principado hace hincapié en que esos buenos hábitos deben incluir un cambio en la proporción de consumo de carne y pescado, con predominio de este último a lo largo de la semana y la alternancia de pescados blancos y azules. Cuando se decida apostar por las carnes, el especialista aconseja elegir las más bajas en grasas como conejo, pavo o pollo. Por último, sugiere cocinar al horno, vapor o a la plancha, técnicas culinarias que contribuyan a que los alimentos sean más sanos.
Ramón de Cangas recomienda además el consumo de dos o más raciones de verduras u hortalizas, una en forma cruda, por ejemplo con ensaladas; y de cuatro o seis raciones de cereales y patatas al día, alguna en forma integral. Además, aconseja ingerir tres raciones de lácteos, en forma desnatada o semidesnatada si se trata de adultos para evitar las grasas saturadas.
Edelmiro Menéndez, jefe de nutrición y endocrinología del Hospital Central de Asturias, también hace hincapié en la importancia de la fruta, tanto por su gran contenido líquido, además de en azúcares y vitaminas. Menéndez advierte sobre la importancia de la hidratación, especialmente en estas fechas, y recomienda un consumo entre el litro y medio y los dos litros diarios de agua. De otro lado, alaba las virtudes del aceite de oliva; y aconseja la limitación del consumo de grasas, especialmente animales, y de los productos con demasiados azúcares.
El jefe de nutrición del Hospital Central previene contra otros de los grandes peligros asociado a la alimentación en verano: el de las dietas destinadas a perder peso, que en ocasiones siguen pautas erróneas por el afán de un adelgazamiento rápido. Menéndez considera que este tipo de régimen nunca debe ser demasiado estricto. Perder más de un kilo a la semana engendra peligros para la salud, advierte.
Está claro que no existe la dieta ideal que sirva para todo el mundo, pero sí un criterio en cuanto al tipo de alimentos que deben consumirse dentro de la dieta cotidiana, lo que por un lado garantiza que se cubran las necesidades energéticas y nutritivas de las personas y por otro, colabora en la prevención de ciertas alteraciones y enfermedades relacionadas con desequilibrios alimentarios. Si se piensa detenidamente, comer bien no es tarea tan difícil y un país como España que disfruta de una perfecta dieta mediterránea debería empezar a dar ejemplo.
1. El pan engorda.
El pan no tiene el poder calórico que se le atribuye. Los que realmente contribuye a engordar es todo aquello que va dentro del pan o en lo que lo mojamos.
2. Las lentejas son una gran fuente de hierro.
No son el alimento que ofrece un mayor aporte de hierro porque determinados componentes dificultan la absorción, al igual que ocurre con las espinacas.
3. Los plátanos son la fruta que más engorda.
Su potencial calórico es superior al de otras frutas pero por tamaño y peso ingerimos más cantidad de manzana, por ejemplo, al comer una sola pieza que cuando comemos un plátano, con lo cual a efectos de contabilizar calorías el resultado es el mismo.
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