Uno de cada tres niños españoles padece obesidad o sobrepeso. Más de la mitad son sedentarios y muestran una forma física deficiente. En un país como el nuestro en que la obesidad y el sobrepeso afectan ya a la mitad de la población, estos críos tienen un 80% de posibilidades de convertirse en adultos obesos y padecer enfermedades asociadas, como diabetes, isquemias o algunos tipos de cáncer. Un porcentaje que se podría reducir con la extensión del programa pionero diseñado y aplicado por la Universidad de Castilla-La Mancha y que ha demostrado que la obesidad y el sobrepeso se pueden reducir hasta un 6% entre la población infantil. Lo han logrado a través del programa MOVI, que plantea una batalla frontal contra el sedentarismo promoviendo una actividad física moderada, no competitiva y de carácter lúdico entre más de un millar de escolares de una veintena de colegios.
La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan) incorporará este programa a todas las comunidades a través de la Estrategia NAOS de Nutrición y Alimentación Saludable como un efectivo medio de lucha contra la obesidad creciente. Un problema a escala planetaria, según reitera el presidente de la AESAN, Roberto Sabrido, citando a la Organización Mundial de la Salud. Una OMS que ha declarado la obesidad como la primera pandemia global no infecciosa en el mundo desarrollado. Una pandemia que afecta a uno de cada dos españoles y que no deja de crecer entre los niños, con tasas del 32% en algunos grupos.
«La obesidad, junto con la inactividad física y la alimentación poco saludable aumentan el riesgo de padecer diabetes melitus tipo II, afecciones coronarias e isquémicas, y determinados tipo de cáncer», insiste Sabrido. Recuera que la obesidad «causa una enorme batería de problemas sanitarios que generan un coste anual de 64.000 millones de euros».
El sedentarismo, que afecta al 39% de los niños y al 68,2% de las niñas, es el principal agente de la obesidad y el sobrepeso que padecen un 31,5% de los chicos y un 30,7% de las chicas. Nuestros críos pasan una media de tres horas diarias frente las pantallas del ordenador y el televisor. Unos hábitos insalubres que el programa MOVI contrarresta con un programa de cuatro horas semanales de juegos en horarios extraescolar. Una actividad de carácter lúdico y no competitivo, totalmente inclusiva y diseñada para potenciar el trabajo cardiorrespiratorio, la fuerza y resistencia muscular y la flexibilidad. El programa logró reducir la obesidad y el sobrepeso en un 6% con un coste relativamente bajo: 28 euros por niño al mes, incluido el gasto de material, coordinadores y monitores.
Calidad de vida
Antes de aplicarlo, en el verano de 2004, se sometió a los pequeños a pruebas y análisis de sangre y otras pruebas para registrar sus datos sobre Índice de Masa Corporal (IMC), porcentaje de grasa, grosor del pliegue cutáneo y perfil de lípidos. Se repitieron las pruebas a los dos años con la reducción de un 6% de obesidad y sobrepeso entre las niñas y de un 2% entre los niños. «Logramos demostrar la efectividad de la actividad física para combatir la obesidad y constatar una importante mejora del perfil lipídico de los escolares», plantean Vicente Martínez Vizcaíno y Mairena Sánchez, los responsables del estudio.
También se estudió la calidad de vida de los peques antes y después de la aplicación del programa, constatando como «los niños físicamente activos tienen mayor autoestima, mejor rendimiento académico, mejores relaciones interpersonales y menos limitaciones en sus actividades diarias». También se ha probado que los pequeños activos físicamente duermen mejor, adquieren habilidades motoras y dedican menos tiempo a ver televisión.
«En una sociedad donde no empeoran los niveles de lípidos en la sangre -han bajado sensiblemente en dos décadas-, pero en el que no deja de aumentar el sobrepeso, cualquier tipo de intervención contra la obesidad infantil debe centrarse en la actividad física», concluye Martínez Vizcaíno.
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