La temporada de vacaciones no debe ser sinónimo de kilos de más, ni tampoco una razón para privarse de la buena vida.
Comienza la época de descanso, el ritmo diario disminuye, hay oportunidades de liberarse de las tensiones y del estrés. Muchas personas aprovechan para salir de viaje y cambiar el entorno , pero al regresar a casa debes enfrentar la realidad: has subido de peso.
Es difícil ceñirse a un régimen alimenticio durante las vacaciones, especialmente porque los horarios cambian, hay más tiempo libre y como por arte de magia todos los dulces, harinas y grasas que tan poco bien le hacen a tu silueta, se atraviesan en el camino como la mejor de las tentaciones. Es por eso que para las vacaciones no es aconsejable embarcarse en la responsabilidad y disciplina de una dieta estricta, pero, quizá con algunos de estos consejos se puede logra ganar menos pero sin mayores sacrificios.
Al salir al sol
En vacaciones, generalmente duermes hasta más tarde de la habitual. Esto es importante a la hora de aprovechar el desayunos como una comida completa, nutritiva y que satisface. Comienza el desayuno con un buen plato de fruta que puedes acompañar con yogur. También debes incluir proteínas como huevos, queso o jamón. Esta hora del día es la ideal para consumir harinas, ya que el organismo tiene más tiempo para procesar los carbohidratos, así que unas tostadas, un corissant o un muffin pueden ser la cuota de felicidad de la mañana.
Almuerzo Light
Comer algo liviano al medio día es una excelente alternativa, sobre todo, si piensas poner en práctica la costumbre del desayuno abundante. En vacaciones y especialmente si estás de viaje, el almuerzo suele pasar desapercibido , se toma generalmente mucho más allá del medio día. Puedes elegir una ensalada o un sanduche que por su composición de proteínas, carbohidratos y verduras se convierte en una opción balanceada. A media tarde tomate un café o un batido a base de frutas y yogur. Recuerda tener algo a la mano para picar en caso que te de un antojo como nueces, queso o granola.
A la hora de la cena
Lo normal cuando se habla de conservar la línea, es pensar en que la comida de la noche deber ser la más liviana, sin embargo, sabemos que en las vacaciones nada está más lejos de la realidad. Usualmente, si se estás fuera de la cuidad, la noche es el momento ideal para buscar un buen restaurante o probar alguna novedad gastronómica. Es fácil caer en excesos, pero puedes hacer uso de tips sencillos como, por ejemplo, iniciar la comida con alguna crema o sopa para que en el momento del plato fuerte tengas menos hambre. También, puedes ayudarte pidiendo la comida que te llame la atención a la parilla o al horno y evitar los fritos.
“Quiero algo de dulce”
Ese momento del día cuando las papilas empiezan a pedir a gritos una dosis de algo que levante el índice glicémico suele ser una pesadilla para quienes desean cuidar lo que comen. Sin embargo, no todo está perdido. Escoge entre los smothies o batidos de yogur y fruta, los helados light o las frutas deshidratadas.
Las ensaladas de frutas con crema baja en grasa y calorías también pueden ser de gran utilidad para calmar los antojos por azúcar. Recuerda comer despacio saboreando cada cucharada.
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